
Como hice tropecientas fotos en Hollywood y algunas se me quedaron en el tintero, me saco este post de la manga como excusa para poder incluir algunas de ellas (como el típico capítulo de una serie donde no pasa nada o las canciones de relleno de los primeros álbumes de Kylie o los extras de un DVD). Este es ese post.
En Instagram acabo de decir que estas fotos no tienen nada que ver entre ellas, que son totalmente random, elegidas al tuntún, y me he quedado tan pancho. Pero después de pensarlo unos minutos, me he dado cuenta de que a lo mejor hay más de una conexión entre ellas, así que voy a intentar hilar fino, a ver.
En la primera foto, por ejemplo, estoy delante del cartel de los estudios Universal…

… Como universales son también toda esta gente de este mural (¡tarjetita por aquí!). Me pregunto a quién se le ocurrió juntar en la misma fachada a celebridades tan dispares, cada una de su padre y de su madre, y a una hermosa palmera. Ahí están, juntas y revueltas: Judy Garland, Bruce Lee, Cantinflas, Carol Burnett, Elvis Presley o Cher, mismamente.

A Cher su marido le escribió, entre otros, ese temazo llamado Bang Bang (My Baby Shot Me Down), que también grabó (creo que el mismo año, además) Nancy Sinatra. Yo no sé cómo me sentiría si mi marido me escribe una canción y poco después se la ofrece a otra, pero bueno. En este caso concreto, la canción es tan rematadamente buena que da igual quién la cante. Y lo que es más importante, Cher y Nancy son amigas en Twitter. La propia Cher regrabaría la canción en los ochenta, cuando se recicló en cantante de rock, y la seguiría cantando en sus conciertos con una espectacular peluca que era como una escoba gigante al revés. Eso sí, la versión que se ha hecho archiconocida es la de Nancy, en gran parte por culpa del primer Kill Bill, que casualmente es la película favorita de Martina, la hija miope de Batman.

Y con Batman no sé, pero con Nancy Sinatra compartió la portada de una revista la gran Julie Andrews, quien estuvo media vida (o más) casada con Blake Edwards, y los dos juntos nos regalaron ese peliculón que es Victor o Victoria, la sofisticación hecha comedia. Gracias a una de sus canciones nunca se me olvida que Chicago no está en Michigan, sino en Illinois. Muchas gracias.

Y es en Chicago precisamente donde se ambientaba originalmente Grease, el musical de Broadway. Para la película hicieron un montón de cambios, entre ellos: rebautizar a Sandy y a los T-Birds, quitarles (sin ningún tipo de miramiento) todas y cada una de las canciones a los personajes secundarios (menos a Rizzo, afortunadamente) y trasladar el instituto Rydell de Chicago a California. Claro que también incluyeron canciones nuevas impagables. Pero vamos, que no seré yo quien critique mi película favorita de todos los tiempos, de visión obligada cada vez que la dan por la tele, claro que sí.

Aquel año, Grease estaba merecidamente nominada al Oscar a la mejor canción por Hopelessly Devoted To You, pero si Olivia ya tuvo la mala suerte de competir con Abba y su Waterloo en Eurovisión, en los Oscar se tuvo que rendir no ante Napoleón, sino ante Donna Summer y la morrocotuda Last Dance de ¡Gracias a Dios es viernes! (una película cien por cien discotequera que se apuntó al carro de Fiebre del sábado noche y del que ya pocos se acuerdan, como de ¡Que no pare la música! de los Village People), de pequeño me tenía fascinado. A estas películas les pasa un poco como a Xanadu, que son maluchas pero lo compensan con unas bandas sonoras de escándalo. Y en este caso también un póster maravilloso. Y salen Donna Summer haciendo de Donna Summer y Jeff Goldblum haciendo de Jeff Goldblum. A reivindicar totalmente.

Y hasta aquí llega mi capacidad de relacionar fotos descartadas; no se me ocurre qué pueden tener en común Donna Summer y los marcianos de Mars Attacks… Alguna conexión debe de haber seguro, que en Hollywood parece que nada tiene que ver con nada y luego todo cobra sentido. La magia del cine lo llaman.