
En EEUU las distancias son tan grandes que entre un sitio y otro no hay nada. Kilómetros y kilómetros (bueno, millas y millas) de nada más que gasolineras y áreas de descanso. Encontrar uno cuando más hace falta es como encontrar agua o una palmera en medio del desierto. Son lugares donde todo el mundo está de paso, unos van y otros vienen (pero nadie se queda), a mí eso me da mucha paz. En las áreas de descanso lo mismo puedes comer una hamburguesa que agenciarte unos libritos fantásticos que hay de cupones-descuento. Mayormente suelen ser descuentos para alojarse en hoteles de carretera; establecimientos con solera en los que te puedes hacer unas tortitas de un millón de calorías para desayunar, hay una Biblia en un cajón y vistas a una modesta piscina, con o sin cadáver flotando, depende de la categoría del establecimiento. También traen cupones para usar en las atracciones más populares del siguiente lugar habitado, que suele estar cerca o a tomar por saco, no hay término medio. Pero eso en este momento no es que te importe demasiado, ya que estás de lo más relajado viendo camiones pasar. O simplemente pensando en tus cosas.
XXXL
Aquí en concreto no recuerdo si estaba pensando en los personajes de mi segundo libro, en lo caros que están los pimientos o en qué pinto yo aquí (pero casi seguro que era una de esas tres cosas).

Aquí conduce todo el mundo, lo raro es ir caminando por la acera. Si es que la hay, que las aceras son de esas cosas que se dan por hecho y eso es un error. Depende por donde vayas, hay veces que se acaba la acera y no puedes seguir a no ser que tengas motor y cuatro ruedas (que digo yo que para qué empiezas una acera si no piensas acabarla). Cosas del primer mundo. Normal que sea el país del sobrepeso; entre que no caminan si pueden evitarlo y que las hamburguesas están de rechupete, lo preocupante sería que estuvieran todos como sílfides y con el colesterol bajo. Es por eso que en las tiendas de ropa siempre hay un pasillo hacia el final con tallas que van desde la XL hasta la XXXXXL (X arriba, X abajo).
La gente conduce unos coches enormes, todoterrenos con las ruedas gigantes pero también otros más modestos e incluso destartalados, como el coche de Grease antes de que lo arreglen. Y está permitido girar a la derecha aunque el semáforo esté en rojo.

Lo bueno de tirar millas es que, si sigues pa’lante, pa’lante, pa’lante, siempre llegas a alguna parte. Y te quejas de que hay lo mismo en todas partes, que visto una ciudad vistas todas. Pero a poco que busques, encuentras algo que no hay en otros sitios. Y te alegras de haber ido.