Capítulo 12: Halloween (extra)


Halloween. Calabazas. Brujas. Aquelarre.
El aquelarre de la patata

Ya sé que di por finiquitadas las calabazas del 2020… ¡pero eso fue antes de encontrarme una pandilla de alegres brujitas haciendo el corro de la patata, o de cruzarme con un ejército de arañas y esqueletos trepando por las fachadas! Y claro, eso no se podía quedar sin documentar. Así que aquí va un bonus de las calabazas de este año donde hay de todo… menos calabazas:

Halloween. Calabazas. La familia Addams.
Yo creo que se ven menos tibias y peronés en el camposanto

La principal diferencia entre cazar calabazas en un barrio modesto o en uno más pudiente, es que los primeros te plantan una calabaza en la entrada y ya han cumplido, mientras que los segundos te echan la casa por la ventana… y ni así se quedan a gusto. Nunca había visto semejante derroche de esqueletos: esqueletos cogidos de la mano, esqueletos bajando por cañerías, esqueletos en pamela tomando el sol, perros esqueleto, murciélagos esqueleto… no faltaba nadie.

Halloween. Calabazas. Científico loco.
Una azafata del Un, dos, tres saluda desde el patio de su laboratorio

Quisiera pensar que el dueño del casoplón de arriba trabaja en la facultad de Medicina y que ha cogido prestados diecisiete esqueletos para decorar el jardín y la fachada. O mejor aún, que los ha sustraído con nocturnidad y alevosía… Aunque puede que simplemente se haya acercado un momento a la tienda de esqueletos y se haya comprado todos los que quedaban:

—Quiero esqueletos, por favor.

—¿Cuántos le pongo?

—¿Cuántos le quedan?

—Diecisiete.

—Pues diecisiete. Y unas lápidas hinchables, que no se diga.

Halloween. Calabazas. Arañas.
Estas arañas también peinan canas

Lo de las arañas en esta ciudad es un caso para estudiar. Más que una decoración de Halloween, es un problemilla que tienen durante (casi) todo el año. No hay ventana sin su correspondiente araña colgando ni araña sin su ventana, sea o no Halloween. Afortunadamente, no son tan grandes ni tan peludas, ni tampoco se parecen a las mariquitas gigantes de Milwaukee, pero no dejan de tener sus ocho patas y un montón de ojos… y eso son demasiadas patas y demasiados ojos se mire por donde se mire.

¡Otra momia!

Y si antes me llego a quejar de la escasez de momias… ¡en este otro jardín había de todo! Hasta una momia había. También tenían un vampiro gigante atado a un árbol, la criatura de Frankenstein ejerciendo de mayordomo y un científico loco venga a hacer experimentos. Y una serpiente y un bebé zombi en su cochecito. También andaba por allí el dueño de la casa preparando las chuches para el truco o trato, que era casi la hora. No cabía ni un alfiler ni un monstruo más. El año que viene en vez de con el móvil tendré que salir a hacer fotos con un objetivo gran angular para no dejar a nadie fuera… ¡Menudo despliegue!

La última calabaza, lo juro

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