
Si tuviera una casa con jardín, además de las calabazas de rigor, optaría por plantar brujas. Ni calaveras en el balcón ni telarañas en las ventanas ni lápidas ni muertos vivientes… Brujas. Y no un par, sino seis o siete, las suficientes como para montar un aquelarre y ponerlas a danzar alegremente al corro de la patata.
También colgaría algún que otro fantasma del techo o de alguna rama (que consiste básicamente en colgar una sábana del techo o de las ramas y decir que son fantasmas. Más fácil imposible). De pequeño me gustaba mucho un programa que presentaba Leticia Sabater (cuando era amiga sobre todo de los niños y no tanto de sus padres) cuya mascota era un fantasma con boina. Y les daban un bocadillo a los niños y niñas que iban de público, supongo que para que no desfallecieran durante la grabación. Y yo pensaba: qué detalle.
No es serio este cementerio

Hay decoraciones de Halloween minimalistas y otras que son maximalistas. No hace falta decir de qué tipo es la de esta casa (aunque en la foto no se puede observar en todo su esplendor por mi manía de hacer fotos en vertical, había un cementerio completísimo rodeando la casa, con esqueletos queriendo salir de debajo de tierra, cual zanahorias o calabazas, y otros, más inteligentes, queriendo entrar. También había un par de esqueletos tomando el vermú en el tejado y otro más echándose la siesta en la hamaca). Un lujo de cementerio.
De la huerta a tu puerta

Desde luego, no hay fiesta más hortofrutícola que esta. Se ven calabazas de todos los tamaños y colores: alegres, tristes, enfadadas, ebrias, indiferentes, risueñas… y luego están las de plástico. Cuando encuentro una calabaza demasiado perfecta sospecho de inmediato. Nadie, por muy mañoso que sea, tiene el pulso tan firme ni un kit de herramientas tan eficaz que ofrezca semejante precisión quirúrgica a la hora de tallar sobre la superficie irregular de una hortaliza (no me juego el tipo invadiendo jardines ajenos y siendo perseguido por ardillas malhumoradas para hacerle una foto a una calabaza de mentira. Hasta ahí podíamos llegar). Aprovecho para recalcar que (casi) todas las calabazas de este blog son 100% artesanales, con sus defectos y sus virtudes.
Pesadilla antes de Navidad

Entre las cosas que no pueden faltar en Halloween están la gran calabaza de Charlie Brown (toda una institución y un clásico del cómic y de la tele), hacer maratones de películas de terror que emiten en bucle desde por la mañana hasta la noche (principalmente slashers con sus tropecientas secuelas), El retorno de las brujas y The Rocky Horror Picture Show, que siempre vuelven por estas fechas, como el turrón en Navidad. Mención aparte se merece el merchandising de Pesadilla antes de Navidad, que más que una pesadilla es pura saturación antes (y después) de Navidad. Vaya por delante que la película me encanta, pero Jack Skellington y compañía están tan presentes durante todo el año (en forma de absolutamente cualquier objeto de decoración o prenda de vestir imaginables) que en Halloween es como si estuvieran puestos por el Ayuntamiento, por aquí y por allí, por todas partes.
Sweeney Todd

Hablando de pesadillas, en este país si vas a cortarte el pelo (como el señor de la foto) tienes que dejar propina obligatoriamente. Y no porque estés contento de haber encontrado un peluquero que no te hable en ningún momento mientras te corta el pelo, como dicen L Kan, sino porque sí (bajo amenaza de que te rebanen una oreja o te dejen una patilla más larga que la otra, además). Independientemente de si te han dejado bien o hecho un cuadro, eso es lo de menos. Así lleva la gente los pelos que lleva, claro.
¡Villancicos!
Y mañana empiezan a sonar oficialmente los villancicos por la radio (es acabar las calabazas y empezar los papanoeles a bajar por las chimeneas con intenciones poco claras. ¡No dan ni un día de tregua!). Vamos, que ya están descongelando a Mariah Carey, responsable del último gran villancico pop, un respeto. Esto puede ser una pesadilla (antes de Navidad) para mucha gente, pero yo llevo todo el año preparándome para este momento. Es cuestión de quitarse las ojeras y ponerse el espíritu navideño, ningún problema.

En cosechas anteriores…
Villancicos no me quedan, los he gastado todos, pero más calabazas aquí y aquí.