
¡Halloween!
Cada año por estas fechas me doy una vuelta por el barrio, calle arriba calle abajo, a la caza y captura de la calabaza. Es una especie de tradición que, desde que vivo aquí, no me he saltado ni un solo año. Da igual que llueva, que haya una pandemia mundial o que estén dando Grease por la tele, yo salgo a cazar calabazas. Las hay de todo tipo, como en botica: grandes, pequeñas, perfectamente redondas, totalmente amorfas, unas más escurridizas y otras que te esperan sentadas en una silla.

Como era de esperar, este año la cosa está un poco desangelada. Si las cuentas no me fallan, creo que he visto más ardillas cruzando carreteras y trepando árboles que calabazas con los ojos achinados y bocas en sierra. Y eso no puede ser. Después de todo, es Halloween y no la semana de la ardilla. Aprovecho para decir que me da rabia que las ardillas sean unos animalillos tan asustadizos. ¡Imposible hacerles fotos y que no salgan movidas! Eso sí, hace poco me encontré con una que no solo no se asustó, sino que además me debió ver cara de bellota porque se puso a perseguirme calle abajo. Lo pasé un poco mal, la verdad, así que casi mejor que se asusten ellas y no yo. También me atacó un pájaro un día, pero ya me desvío mucho del tema.

Truco o trato pandémico
Supongo que si este Halloween se ven menos brujas de nariz aguileña y los esqueletos colganderos brillan por su ausencia, se debe a las numerosas limitaciones que se han puesto. A saber: el Truco o trato solo se puede celebrar de seis a ocho de la tarde. Nada de ir a fiestas de disfraces que se celebren dentro de las casas. Se desaconseja totalmente ir a casas encantadas donde se vaya a juntar mucha gente predispuesta a gritar y a soltar aerosoles como pepinos. Tampoco te puedes montar en un mismo tractor y dar vueltas por un maizal de noche con personas que no vivan en tu misma casa. Un tractor por núcleo familiar, gracias.

Pero vamos, a ver quién es el valiente que va de casa en casa aceptando chocolatinas de desconocidos. En cuanto menos te lo esperes, te abre un votante de Trump sin mascarilla y en vez de darte chuches, te estornuda en la cara. ¡Como en una ruleta rusa de chuches! Hablando de chuches, en los supermercados venden bolsas tamaño XXXL de chocolatinas edición especial Halloween. Se supone que son para repartirlas entre los niños y niñas que van a tocarte la puerta, pero no pasa nada si no te gustan los niños y te las quieres quedar todas para ti para comértelas viendo Netflix con una sonrisa maligna en la cara y cero culpabilidad. Aquí no venimos a juzgar.

Total, que la cosecha de este año no ha sido precisamente para tirar cohetes. Y mira que he dado vueltas, buscando calabazas y esquivando ardillas. Así que al final he decidido mezclar los mejores hallazgos de estos días junto con algunas de mis fotos favoritas de otros años, de cuando los vecinos tiraban las casas por las ventanas y colgaban telarañas cual visillos, no escatimaban en calabazas y enterraban cadáveres en el jardín con alegría. Qué tiempos aquellos…

Continuará…
4 respuestas a “Capítulo 9: A la caza de la calabaza (parte 1)”
[…] También he visto calabazas ebrias, calabazas de colores, calabazas que no son calabazas sino bolsas de basura con cara de calabaza, calabazas orgullosas de serlo y hasta esqueletos en bicicleta. Y mis […]
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[…] ante semejante derroche de bombillas. Pero claro, tan obsesionado estaba con ir a ver cada año las casas de Halloween, que tenía las de Navidad totalmente desatendidas, ya me vale… Es una de esas cosas locas […]
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[…] eso que todavía queda un mes para Halloween. ¡Cada año empiezan antes! Cualquiera se atreve estos días a dar una vuelta por la noche; me […]
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[…] elijo las calabazas más bonitas para la segunda parte, dejo la cosecha del año pasado aquí y […]
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